HAPUTALE – EMBILIPITIYA: Safari en el Parque Udawalawe
Safari buscando el Leopardo
Hoy no tenemos prisa, ya que tenemos que ir a Embilipitiya. La razón para ir a este lugar, es porque desde allí se hacen los safaris al Parque de Udawalawe. Si hay algo que es obligatorio hacer en Sri Lanka además de hacer algún recorrido en tren, es hacer algún safari. Nosotros ya habíamos hecho el safari de Minneriya, unos días antes. Pero ya que el parque de Udawalawe nos pilla de camino, había que parar y hacer otro safari.
Aunque nos queríamos despertar tarde, ya desde las 5 de la mañana, nos desveló la mezquita que está al lado del hotel, con la llamada a la oración. Y sobre las 7 bajamos a desayunar el estupendo desayuno del Hotel Sinlaway 2.
Y con las pilas cargadas, nos vamos a la estación de autobuses para coger nuestro primer autobús. No hay buses directos a Embilipitiya, y tenemos que cambiar de bus en Kahawatta. Nos estamos dando cuenta que las ciudades principales están comunicadas perfectamente, pero si no, tienes que coger un par de buses. Esperamos diez minutos y aparece nuestro autobús, el número 99. Todos los que estaban a nuestro alrededor, que nos habían preguntado que donde íbamos, nos dicen que subamos. Para no variar hoy también, el bus va lleno, aunque no hay gente en el pasillo. Se levantan unos chicos en la parte de atrás y el revisor nos dice que nos sentemos. Estas cosas son las que están haciendo que nos enamoremos de Sri Lanka. Pero aunque nos gusta el detalle, no les permitimos que se levanten, ya que no nos parece justo, que por ser extranjeros tengamos más privilegios. Así que vamos de pie, hasta que la gente se va bajando y encontramos asiento. Otra cosa que nos llama la atención y que lo llevamos viendo a lo largo del viaje, es que cuando el bus va lleno, la gente que se queda en el pasillo de pies, si llevan bolsas o mochilas, se las dan a cualquiera que esté sentado, para que se las lleve.
El trayecto es una bajada constante, lleno de curvas, no apta para propensos al mareo. Además el bus va como si estuviera haciendo una carrera de rally. Aunque por mucho que parezca que va rápido, seguimos tardando sobre dos horas para recorrer 70 kilómetros. En Kahawatta el revisor nos avisa que hemos llegado a nuestro destino. Cruzamos la carretera, y como si estuviera esperándonos está el bus que va a Embilipitiya. No sabemos si hay muchos buses o tenemos suerte, pero siempre que vamos a una estación de bus, no nos toca esperar más de 10 minutos. Este segundo trayecto, es algo más corto, y sin tanta curva. Hemos bajado de las montañas, y el paisaje cambia por completo. Se ven pequeñas montañitas, y el campo se cubre de arrozales, palmeras y bananeros. Incluso la gente ha cambiado también de aspecto. Llegamos a nuestro destino, y según bajamos del bus, fue como si nos metiéramos en un horno. Notamos un calor insoportable. Tampoco sabemos si es por el cambio de clima que traemos de las montañas, o porque de verdad hace calor.
Embilipitiya, es una ciudad más o menos importante. Con una gran avenida, donde demuestra su condición de ciudad. Nuestro hotel se encuentra a escasos 100 metros de donde nos deja el bus. Menos mal, porque con este calor no hubiéramos llegado mucho más lejos. El hotel donde nos alojamos es el Vishmee Holiday Inn. Hemos decidido coger este hotel, porque aquí mismo te gestionan el safari. Aunque hay muchos hoteles que hacen lo mismo, ya que este lugar vive de el Parque Nacional. La habitación del hotel está bastante bien. Por poner alguna pega, la ducha no tiene ni mampara, ni cortina, y cuando te duchas pones todo el baño mojado. Pero esta es una costumbre muy típica de aquí.
El personal del hotel es muy atento. Nos explica todo lo necesario para hacer el safari. Nos dice que lo podemos hacer este mismo día, aunque nosotros preferiríamos hacerlo al día siguiente por la mañana. Nos dice que mejor por la tarde, supongo que le venía mejor, aunque él nos dice que es porque se ven más animales. Nosotros lo pensamos y decidimos hacerlo, así el día siguiente por la mañana nos vamos a la playa. El safari con hotel, consiste en que tu pagas al hotel el jeep (5500 rupias), y luego pagas la entrada en el parque que cuesta 3700 rupias por persona. Así quedamos para hacer el safari a las dos del mediodía. Mientras tanto como no podemos estar quietos, nos damos una vuelta por la ciudad.
Se la ve más ciudad que de donde venimos (Haputale). Y para nosotros también pierde el encanto típico de los pueblos, que nos gustan mucho más. Aún así, en nuestra vuelta, estamos de lo más entretenidos.
A las 2 del mediodía nos viene a buscar nuestro jeep, y salimos rumbo al Parque de Udawalawe. Solo vamos nosotros dos. Todo el Jep para nosotros solos. En poco más de media hora llegamos, paramos en la entrada para comprar los tickets, y sobre las 3 estamos entrando al parque.
La entrada al Parque tiene un paisaje árido, y no es que sea espectacular de bonito. Pero hemos venido a ver animales, y no el paisaje. Se ven algunos pájaros. Algunos pequeñitos y exóticos, y otros de caza, tipo halcón.
También vemos algunos búfalos salvajes. No es que no nos gusten, pero no impresionan verlos, como nos ocurre con otros animales.
Pero más adelante aparece una laguna, y el paisaje lleno de animales sí que se vuelve por lo menos salvaje. Paramos el vehículo, donde se divisa una amplia panorámica del lugar. Según vas girando la cabeza, te encuentras con un gran número de búfalos salvajes, bastantes elefantes, y alrededor de la laguna, muchísimos pájaros, garzas, y un cocodrilo a lo lejos, que si no es por el guía no lo vemos, con la boca abierta.
Estamos un buen rato observando esta estampa, y no hacen más que pasar, pavos reales con mucho colorido. Nos está sorprendiendo bastante el parque. Seguimos y vamos parando, para ver elefantes a ambos lados del camino.
Vamos hasta el final del parque donde podemos ver algún elefante, en la laguna, con la puesta de sol, y de fondo unas montañitas.
Un pájaro verde se nos posa junto al jeep. Es increíble, la cantidad de animales que hay en el parque. Pensamos que íbamos a ver muchos menos. Vemos un elefante con colmillos, que no es muy frecuente verlo. El guía nos explica que da buena suerte. Y es que en este viaje, nos estamos cargando de buena suerte.
Damos la vuelta, y de repente, nuestro guía da unos fuertes puñetazos al cristal y señala hacia el lado de los arbustos. Miramos y vemos la parte de atrás de un leopardo, que desaparece en el interior de los arbustos. Ohhh. Qué pena, no haberlo visto mejor. No vamos a negarlo, pero quedamos hasta con mal sabor de boca, tan cerca como lo tuvimos. Y sobre todo, no poder ni hacer una mala fotografía. Ya de regreso, se nos atraviesa una cobra de dos metros, que cruza el camino a una velocidad exagerada.
Y el guía nos enseña el ave nacional de Sri Lanka. Nosotros pensábamos que iba a ser algún ave diferente al que íbamos a ver. No sabemos si más bonito, más espectacular o más impresionante. Y miramos, y vemos a algo parecido a una gallina. En realidad es el gallo de Ceilán o gallo de Lafayette. Nosotros estamos acostumbrados a ver a los gallos criados en casa en los pueblos. Pero no un gallo salvaje. Pero nos ha hecho ilusión ver el símbolo de Sri Lanka.
También vemos un pavo real volar y subirse a la copa de un árbol, cosa que nos sorprendió porque no pensábamos que volaban.
Terminamos viendo un atardecer en este maravilloso parque.
IMPORTANTE: Entre los dos parques que hemos visitado en Sri Lanka; Minneriya y Udawalawe, nos ha gustado más el de Udawalawe. Ya que se ven más animales, es mucho más grande y no hay tanta aglomeración de vehículos (por lo menos cuando lo visitamos nosotros). En Minneriya, solo se ven elefantes. Si que vas a ver muchísimos, pero solo hay elefantes, o solo se centran en enseñarte los elefantes.
El parque se cierra a las 6 de la tarde, y volvemos a Embilipitiya a nuestro hotel. A merecido la pena, haber parado aquí para hacer el safari. Decidimos cenar en el hotel, por no ir a buscar un restaurante. Además por la mañana al llegar, antes de hacer el safari, salimos a dar una vuelta, y no vimos nada apetecible. Así que le decimos al chico del hotel, que queremos cenar. Nos dice que nos prepara la mesa en media hora. Cuando bajamos, nos llevamos una grata sorpresa. Habíamos decidido cenar en el hotel, por comodidad, y nos encontramos con una mesa, en el jardín, de lo más elegante. Con una decoración impecable, y una comida inmejorable. Una gran fuente de Kottu de vegetales, pollo y huevo, tomates cherry, patatas fritas, y dos tipos de salsa. También nos bebemos nuestra primera cerveza, ya que en Sri Lanka, no es fácil beber alcohol. En casi ningún sitio lo tienen. Así que no se puede terminar mejor el día. Y nos comemos una tarrina de helado, para bajar la cena.
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