Como ir de Kashan a Isfahan por tu cuenta y ver los pueblos Abyaneh y Nazant
Día 4 del Viaje a Irán: Kashan: Yacimiento Tappeh Sialk
De Kashan a Isfahan por tu cuenta viendo los pueblos Abyaneh y Nazant
Isfahan: Barrio Armenio y Puente de los 33 arcos
Desayunamos en el Hotel Persian, que está bien. Sin mucha variedad, pero te da para hacer un buen plato de cosas variadas.
Nos vamos a ver el Yacimiento Tappeh Sialk, en el que hay un Zigurat de tres pisos considerado el más antiguo del mundo (año 2.900 a.c.). Que nos había quedado sin ver el día anterior. El horario de este yacimiento es de 09:00 a 16:00 horas.
Vemos alguna familia desayunando encima de una alfombra en la calle. Los días siguientes, esto sería habitual verlo por todos los sitios. Incluso nos invitan a sentarnos con ellos y a una taza de té.
Es pronto y al ser festivo hay poca gente por la calle. Pasamos por delante de una mezquita que está cerrada. Hay dos hombres hablando en la entrada y uno de ellos nos dice que nos abre la mezquita para que pasemos a verla.
Volvemos al hotel Persian, para recoger nuestro equipaje y la decimos a la chica del hotel que si tendremos problemas para encontrar hotel en Isfahan. Como es fin de Ramadán, todo está completo. La chica nos dice, que no cree que encontremos. La pedimos que si nos puede hacer algunas llamadas a algunos hoteles. Después de mucho tiempo, nos encuentra un hotel algo alejado del centro (en el barrio armenio). Además de alejado, un poco caro, pero no tenemos más opciones. Así que, no nos queda más remedio que coger las dos siguientes noches en el hotel Julfa. La chica nos dice que tenemos que estar allí antes de las 3, que si no perdemos la reserva. Es casi imposible que lleguemos y la chica se ofrece a pagarnos la primera noche y así hacer la reserva. Y nosotros la pagaríamos a ella. Otra vez más, la chica del hotel, se porta extraordinariamente bien con nosotros. Muy encantados del hotel Persian.
Nos disponemos abandonar Kashan, con la sensación que nos hemos perdido mucho de esta ciudad. No la hemos podido disfrutar como se merece, por tanta gente que había, por tener que quedarnos solo una noche, porque estaban llenos todos los hoteles de Kashan. Pero los viajes son así, muchas veces con contratiempos, pero hay que tomarlos lo mejor que se pueda.
Nos vamos a buscar un taxi, salimos a la calle, y hay una inmensa aglomeración de gente, un atasco enorme de coches, y apenas ningún taxi. Los pocos taxis que hay van llenos. Pensamos que como lo vamos a hacer, para coger un taxi, explicarle que queremos ir a Isfahan, pero de camino parar en Abyaneh y Nazant. Pocos taxistas hablan inglés. Decidimos ir a una calle, donde haya menos jaleo. Y vamos a la calle, por donde se va al centro histórico. También hay bastante movimiento, pero no tanto. Vemos un coche que pone taxi, pero no es de color amarillo. Es un chico joven, por lo que pensamos que hablará inglés. Le preguntamos que, si habla inglés y nos dice que poco, aunque la verdad que no hablaba nada. Le decimos donde queremos ir, y nos saca un papel turístico con las atracciones de la zona, en las que aparecía Abyaneh. Por lo menos, viene preparado. Pero no nos entendemos nada más. Nos pregunta de donde somos y al decir que, de España, hace una llamada. Yo le digo que no llame a nadie, que no quiero hablar con nadie en inglés. Pero al final me pasa el teléfono y comienzo hablar con un chico que habla perfecto español. Le pregunto que donde se encuentra y me dice que, en Madrid, que es amigo del taxista y es Iraní. Me cuenta las tarifas y que es una persona de fiar. Por lo que nos fiamos y aceptamos la oferta.
Salimos de Kashan y cogemos la autopista que va a Isfahan. Una carretera bastante buena, con tres carriles. Todo va bien, hasta que cogemos el desvío a Abyaneh. Al principio comienza a haber cada vez más tráfico, pero llega un momento que tenemos que estar parados un buen rato. A partir de aquí, es una constante caravana que va superlenta, los coches se paraban por todos los lados, la gente haciendo picnic a la orilla de la carretera. Tardamos muchísimo tiempo en llegar a Abyaneh. Llegamos a unas explanadas antes de llegar al pueblo donde hay que dejar el coche, aunque queda un buen trozo hasta llegar al pueblo. Pero nuestro chófer como es de este pueblo, se las ingenia para pasar. Hace a los policías como si nos tiene que llevar a un hotel. Incluso llama al hotel que debe ser amigo suyo, para que hable con el policía. Menos mal, porque si no hubiéramos llegado mucho más tarde. Por fin llegamos a Ayaneh.
Nuestro guía Hamed nos enseña el pueblo. Como es de allí, lo conoce a la perfección. El único problema es la gran cantidad de gente que hay. No se puede sacar ni una foto sin gente. Pero el pueblo es precioso.
Abyaneh es uno de los pueblos más asombrosos y famosos de Irán. También es conocido como el pueblo de barro rojo porque sus casas están hechas de adobe rojo.
Debido al alto nivel de óxido de hierro, el suelo en el pueblo de Abyaneh es un poco rojizo, lo que hace que el pueblo sea tan pintoresco.
Es uno de los pueblos más antiguos de Irán donde el tiempo se detuvo. Los lugareños conservaron su auténtica cultura, idioma, arquitectura, vestimenta y rituales tradicionales. Cuando vemos a la primera mujer con esta vestimenta típica, nos llama mucho la atención. El guía pide permiso a las mujeres para que podamos hacerlas unas fotografías. Y ellas aceptan encantadas.
Luego nos sienta en dos troncos y nos dice que si queremos comer un poco. Hay un chico con una olla enorme echando humo, en cuyo interior hay una sopa con fideos. Nos da un plato de sopa, terminando con un delicioso té.
Seguimos nuestro camino, con música iraní a todo trapo. Y con Hamed bailando. Los lados de la carretera están plagados de alfombras, con gente comiendo. Por un lado, nos gusta ver estas escenas, para saber cómo celebran sus fiestas Por otro lado, es un inconveniente, por la cantidad de gente que hay. Llegamos a Natanz y visitamos la Mezquita Jameh, toda la cual fue construida en la época de Oljaitu. Los edificios son de diferentes años, pero el intervalo entre ellos es pequeño. El complejo incluye la mezquita, una tumba y un minarete de 37 metros.
Nos lleva a una tienda de artesanía. Aquí es muy típico la cerámica pintada a mano. El dueño de la tienda nos dice que su abuelo ya trabaja en esto. Y toda su familia se dedica a ello. Y nos cuenta como elaboran las cerámicas y las pintan a mano.
Para en una gasolinera. Cuando un coche llega a una gasolinera, se tienen que bajar todos sus pasajeros, suponemos que por seguridad. Luego nos explica Hamed que el coche suyo en vez de gasolina, funciona con gas. Y nos damos cuenta que la gasolinera, las mangueras son de gas. Al repostar hacen un ruido como cuando hinchas las ruedas del coche.
Y desde aquí, ponemos rumbo a Isfahan. Llegamos sobre las 18:30 al Hotel Julfa. Le pagamos a Hamed 9.500.000 Riales. Nos parece un precio razonable, ya que hemos estado con él, casi todo el día.
El hotel Julfa es el único hotel que hemos podido conseguir, por estar toda la ciudad completa por ser festividad en Irán. Tuvimos suerte de encontrar algún hotel. Pero no es el mejor hotel del mundo. La habitación es de 4 camas. Las camas muy pequeñas y bastante malas. Pero no había otra cosa, pero no es muy recomendable.
Estamos cansados, pero tenemos que aprovechar un poco más el día. Por lo que salimos a dar una vuelta. Estamos en el barrio Armenio. Un poco alejado del centro.
Vamos paseando hasta el puente de los 33 arcos. Nos vamos dando cuenta, que la ciudad es mucho más moderna que Qom o Kashan. Los comercios, los bares, y todo lo que vemos, son mucho más moderno que lo que habíamos visto hasta el momento en Irán. Incluso vemos gente, que hasta en España, nos parecerían muy modernos.
El puente de los 33 arcos llamado Si-o-se Pol o puente Allahverdi Khan, es uno de los once puentes de la ciudad. Este es uno de los puentes más conocidos de la dinastía de los Safávidas. Es un puente en arco de dos niveles.
Se construyo hacia el año 1608. Está construido en la continuidad de Chahar Bagh. Con sus soportales, en los lados y la base, ofrece la oportunidad de caminar en varios niveles, dependiendo de la altura del agua. Sirve como lugar de paso, aunque también como presa para regular el curso del río. Al atravesarle, el agua produce un efecto de grandes fuentes gracias a los estribos. Al lado se encuentra el «kiosco de los espejos», desde donde el soberano podía ver el río.
Paseando por debajo del puente, podemos ver algo típico de este puente. Por las noches se reúnen grupos de jóvenes, para cantar canciones “ilegales” en Irán y fumar sisha.
Y poco a poco vamos dando un paseo hasta nuestro hotel, finalizando este intenso día.
Deja tu comentario