Que ver y que hacer en Geiranger
Día 2 del Viaje a Noruega: Ruta por los fiordos noruegos
Muy temprano nos despertamos. Con las primeras luces de la mañana preparamos todo. El día anterior, llegamos al Hotel Ljoshaugen Camping de noche y no apreciamos nada. Estamos en una colina, donde se ve el pueblo de Dombás a sus pies. Muy bonito nos pareció. Lo que no nos pareció tan bonito era el frío que hacía. Finales de septiembre y hace 0ºC. No pensábamos pillar tanto frío, aunque venimos preparados.
Emprendemos nuestra ruta de hoy. Son unas 4 horas de coche. Llegaremos hasta Geiranger, un pueblo muy turístico, donde pasaremos la noche. Nuestra primera parada se encuentra a una hora, pero antes hacemos muchísimas paradas. Nos parece todo precioso y queremos parar a cada kilómetro. En nuestro primer día y es normal que estemos tan emocionados. Las casas con el césped en los tejados, nos parecen de película.
Después de tantas paradas, llegamos al puente Kylling Bridge. Paramos en el pueblecito que hay en la carretera, donde vimos una gasolinera acorde con el paisaje, que parece de un cuento. Y desde allí, hay que bajar por un caminito, y en 10 minutos llegarás a un mirador.
Es uno de los puentes ferroviarios más famosos de Noruega y se ha convertido en un símbolo del país. Su construcción para salvar un cañón, duró unos 9 años. Tiene una altura de 60 metros. No está mal, pero no es para volverse locos.
A pocos kilómetros dejaremos a un lado la montaña Litlefjellet, un lugar que, si andas con tiempo, puedes hacer un trekking. Pero nosotros no tuvimos tiempo.
A continuación, desde la carretera, podremos ver la cascada Mongefossen. Se trata de la decimoquinta cascada más alta del mundo y la quinta de Noruega. Este título lo tiene por medir 773 metros de altura. Es una cascada estrechita, pero su caída impresiona.
Seguimos nuestro camino, y al momento paramos de nuevo. Vemos una preciosa Iglesia, que no la teníamos localizada en nuestro itinerario. Se trata de la Iglesia Kors Kyrkje. Nos están pareciendo una pasada las iglesias en medio de este entorno que tiene Noruega.
Nos adentramos al camino del Troll, uno de los atractivos importantes que tiene Noruega. Se trata de una montaña llamada Trollstigen. Tenemos que subir la montaña y eso es exactamente la atracción. A sus pies, paramos en un camping donde tienen unos muñecos gigantes de Trolls.
Comenzamos a subir esta escarpada montaña, con una fuerte pendiente y once curvas de 180º. La carretera es bastante estrecha y en muchos momentos no entran dos coches. Menos mal, que no pillamos apenas ninguno de frente. Esta sinuosa carretera, se adorna con la impresionante cascada Stigfossen, que baja de lo alto de la montaña y algunas más pequeñas.
En lo alto de la montaña hay un moderno mirador donde se puede apreciar la carretera con sus vertiginosas curvas. Esta carretera se suele cerrar en invierno.
A partir de esta montaña Trollstigen, el paisaje nos cambia por completo. Montañas rocosas, algunas con nieve en su cima y ríos con una corriente muy fuerte. Y como no, vamos parando cada poco.
Noruega es un país muy preparado para el turismo, sobre todo de gente que va en caravanas. En las carreteras, cada poco, tendrás un baño público, que suelen estar bastante bien. Te lo indican con señales a lo largo de la carretera.
El siguiente punto, donde paramos es el puente de Gudbrandsjuvet, por donde pasa el río Valldola, que fluye entre gargantas y grietas. Se puede ver como aparece y desaparece entre las rocas con su fuerza y abundante agua. Difícil de fotografiar, pero impresionante verlo.
Pasamos por Sylte y vemos su bonita Iglesia. No podemos resistirnos a no parar. Suponemos que es la emoción del primer día, el parar en todas las Iglesias.
Al cabo de unos kilómetros tenemos que salvar un entrante de mar, donde no hay puente. Esto es muy habitual en Noruega. Para ello cogeremos un Ferry. Algo que nos inquietaba, ya que no sabíamos cómo funcionaban estos ferrys. Según llegamos, hay coches haciendo cola, nos ponemos detrás del último. Hay un cartel que pone que falta 10 minutos. Puntual llega el ferry, desembarcan los coches que trae, y vamos pasando con indicaciones de un hombre. Este señor, va con un móvil, mirando todas las matrículas y hay algunos vehículos que les cobra y a otros no. A nosotros no nos cobra, lo que suponemos que nos lo cargarán con el AUTOPASS, que es el sistema que tiene el coche de alquiler para pagar los peajes. En menos de 20 minutos, estamos al otro lado. Ha sido muy fácil y rápido. Lo tienen muy bien montado.
Llegamos a otro de los puntos más importantes de esta ruta. Se trata del Mirador del Águila. Se denomina así, porque el lugar era habitado por numerosas águilas. Desde este punto, se puede ver el Fiordo de Geiranger, un impresionante fiordo de 15 kilómetros de largo. Desde aquí, también se puede apreciar una de la cascada de las Siete Hermanas.
Por el otro lado divisamos el pueblo de Geiranger, que da nombre al fiordo. Uno de los lugares más turísticos de Noruega. Hace un sol de escándalo, algo de frío, pero con el sol, se está bastante bien. Pero para hacer fotos, no son las mejores condiciones que se pueden tener.
Para finalizar el día de hoy, ponemos rumbo a Geiranger, por otra escarpada carretera de montaña. Sinuosas curvas y otra carretera estrecha que nos llevará hasta nuestro destino. Geiranger recibe más de 600.000 turistas al año y gran parte de ellos, lo hacen en los más de 150 barcos que llegan a diario. Hay un gran barco en el puerto, que nos estropea un poco las fotos.
En pueblo de Geiranger no es muy grande, aunque había bastante gente, suponemos que sean del enorme barco que está atracado en el puerto. Hay numerosas tiendas de Souvenirs, donde estuvimos mirando y no nos parecieron precios muy caros. Tazas muy chulas por unos 10€, imanes por 5€, gorros muy calientes por 20€ o camisetas por 21€.
Al final del pueblo, dirección al camping, se encuentra una estructura de 327 escaleras, que te llevará por el recorrido de la cascada Fossevandring. Esta impresionante cascada, recorre de arriba abajo todo el pueblo, con su bravura y abundante agua.
Al final de las escaleras, hay un mirador donde apreciarás la cascada, el pueblo de Geiranger y su impresionante fiordo. Una foto de postal típica Noruega.
A la vuelta, en vez de bajar las escaleras, fuimos por la carretera, para apreciar la Iglesia de Geiranger. Una pequeña iglesia de madera blanca, octogonal, con un cementerio alrededor de ella. Algo habitual de las Iglesias de Noruega. Como todas las iglesias que hemos visto, nos parece preciosa, sobre todo por lo que la rodea. Nos extraña, que con tanta cantidad de gente que había en el pueblo, no visite nadie esta iglesia. Parece que somos los únicos, que les interesa estas edificaciones.
Cogemos el coche para ir a nuestro Hotel Westeras, que está a unos 4 kilómetros. En nuestra subida, antes de girar para nuestro hotel, pararemos en un mirador que hay a unos 5 kilómetros de Geiranger, por la carretera principal. Es muy parecido al mirador que hay en la cascada, pero merece la pena.
Ya con todo visto, nos vamos a nuestro Hotel Westeras. Es una cabañita, con baño y cocina, la cual nos va a dar mucho juego. Está muy bien de espacio y tiene utensilios de cocina. Se encuentra en medio de una montaña, con unas extraordinarias vistas.
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