CUENCA – LA MONTAÑITA
Directos al calor de la playa
El día anterior le decimos al chico del hotel que vamos a marchar a las 6:30 de la mañana, y que si es posible desayunar a las 6. El chico muy amable nos dice que sin problema. Si nos hubiera dicho que no, lo entenderíamos, ya que en pocos hoteles te van a dar de desayunar a esas horas. Cuando bajamos a las 6 de la mañana, ya tenemos una mesa preparada con los cubiertos para nuestro desayuno. No es que sea un desayuno muy abundante, pero lo suficiente para comenzar el día. Consiste en unos bollos, café, y un zumo. A las 6:20 ya estamos saliendo del hotel. El día está muy nublado, al contrario del día anterior que nos hizo un día estupendo, con un sol radiante. Estamos teniendo mucha suerte con el clima, de momento. No hay un alma por la calle, ni siquiera hay coches. Por un momento llegamos a pensar que hasta tendríamos problemas de coger un taxi. Vamos andando, y en el primer cruce pasa un taxi, que paramos y le decimos que queremos ir a la estación de buses o terminal terrestre. Nos dice que 1,50$ y en poco tiempo, ya que no hay tráfico estamos en la estación. No hay bus directo de Cuenca a La Montañita. Tenemos que ir hasta Guayaquil, y desde allí coger otro bus hasta La Montañita. Hay mucha frecuencia de buses hasta Guayaquil.
Compramos los billetes para las 7 de la mañana por 8$, y nos montamos en el bus, para estar 3 horas y media hasta llegar a Guayaquil. En el camino, atravesamos el Parque de Las Cajas, un lugar muy visitado si estás en Cuenca. Nosotros por falta de tiempo no lo pudimos ver, pero si que nos pareció un lugar, que no decimos que no esté bien, pero bastante prescindible, ya que los paisajes, que pudimos ver desde el bus, son bastante parecidos a los muchos que hay en Europa, e incluso en nuestra provincia. Nosotros, como comentamos no teníamos más tiempo, pero si lo hubiéramos tenido, seguramente hubiéramos visitado El Altar, o algunos sitios, que nos parecieron más interesantes, durante nuestro viaje.
Al montarnos en el bus, empiezan a subirse vendedores ambulantes, vendiendo empanadas, bollos, cafés, etc. Muy habitual durante todos los trayectos. Pero más tarde monta gente que primero te da una charla, de que está en paro, que no quiere delinquir, que ya ha dejado la mala vida, y que se tiene que ganar el pan de alguna manera. Va repartiendo a todo el mundo chocolatinas, o similares, y luego va recogiendo el dinero. Si no lo coges no te dice nada, pero si que cansan un poco que se estén subiendo tan frecuentemente.
El inicio del trayecto, comienza con una espesa niebla, que casi no se ve por donde pasas. En algún momento se puede intuir montañas a los lados de la carretera, y muchas granjas de vacas.
Cuando se despeja, podemos disfrutar de un paisaje montañoso increible.
Una paisaje espectacular, pero una carretera de montaña, llena de curvas, y bordeando las montañas al borde del precipicio.
No sabemos si subimos de altura, o si las nubes bajan, pero de repente, se despeja el cielo, y el viaje nos brinda un paisaje espectacular. Un manto de nubes tapando las montañas, solo dejando ver las cimas. Nosotros siempre decimos que los trayectos forman parte del viaje. Sin embargo hay gente en el bus con las cortinas cerradas, escuchando su MP3. Es muy respetable, pero consideramos que se pierden parte del viaje.
A falta de una hora, el paisaje cambia por completo. Desaparecen las montañas, y se puede apreciar extensas llanuras. Hay numerosas plantaciones de plátanos, e incluso ya se ven algunas palmeras. Todo esto impensable de ver en la cordillera Andina. Esto ya se parece más al trópico, con un ambiente más caribeño. A partir de aquí ya no veremos a las señoras con sombreros y con sus coloridos trajes.
A las 10:30 llegamos a la Terminal terrestre de Guayaquil. No podemos creer lo que vemos. Durante todo nuestro viaje por Ecuador, hemos visto estaciones de bus, muy pequeñas y austeras, pero entramos a la de Guayaquil, y es más parecido a un aeropuerto. Preguntamos, y nos indican que tenemos que comprar los boletos en el segundo piso, que es además donde sale el bus a la Montañita. Tenemos suerte y nos sale un bus a las 11 de la mañana. Ha merecido la pena madrugar, y así aprovecharemos hoy mismo, un poco de playa.
Estación de autobuses de Guayaquil.
Llegamos a La Montañita a las 13:30, con muchas ganas de playa. Tenemos reservada habitación en el Hotel Kundalini. No somos de reservar con mucha antelación los hoteles, pero este ha sido una excepción. De todos los que habíamos visto por internet, no nos convencía ninguno. Puede que sea algo más caro que el resto, pero a priori, tiene mucha mejor pinta. Y tenemos miedo de llegar y que esté lleno. El Hotel se encuentra a 5 minutos de la parada del bus. Según pasas el pueblo, cruzas un puente, y ya llegas. No está en todo el jaleo del pueblo, y estás a pie de playa.
Tiene tumbonas en la playa, un jardín, clases de yoga gratis, desayuno incluido. Y todo esto por 43$. Pero cuando llegamos, vemos que está mucho mejor de lo que pensamos. Nos dan una habitación en un segundo piso, con vistas al mar. Estás en la cama, viendo anochecer con la playa de fondo. Las habitaciones son nuevas, y con una decoración con mucho estilo. Y un balcón con una hamaca. No se puede pedir más.
Esta es la vista que tenemos desde nuestro balcón.
Se nos ha echado el día encima y solo nos da tiempo para dar un paseo por la playa, y tomar nuestra primera cerveza en La Montañita.
Por la noche vamos al pueblo, para ver el ambiente. Está lleno de puestos, restaurantes, pub, incluso hay discoteca. Los precios varían depende donde te metas. Nosotros nos metimos en un bar, al final de unos puestos, que estaba lleno de gente local. Y por 3,5$ cenamos un delicioso ceviche peruano, y unos camarones rebozados con guarnición. Comida más barata, y bastante buena, que si vas a otro con mejor decoración.
Acabamos el día tomando otra cerveza frente al mar, con el ruido de las olas de fondo.
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