RÍOBAMBA – BAÑOS: Tren del hielo
El último Hielero del Chimborazo
Hemos venido a Riobamba, únicamente para hacer un tour en tren desde Riobamba hasta Urbina. Un trayecto en pleno corazón de los Andes Centrales de Ecuador. La chica del hotel nos comentó que a las 7 de la mañana se abrían las taquillas para sacar los billetes, y que al ser domingo, puede que se llenase. Así que a las 6:50 ya estamos en la estación, antes de que abran (no nos queremos quedar sin billetes). La estación de tren, está justo en frente de nuestro hotel. Por eso se llama Hotel Estación. Sacamos los billetes y regresamos al hotel a desayunar, ya que hasta las 8 no sale el tren. El desayuno del hotel es tipo buffet, no es que tengan mucho surtido, pero está bastante bien.
A las 8 partimos hasta la estación de tren de Urbina, a 3.600 metros, uno de los puntos más altos de toda la línea férrea del Ecuador. La vista en un día despejado es impresionante: el volcán Altar o Capac Urku se alza en el horizonte con su cumbre coronada por cinco picos. Pero es el Majestuoso Chimborazo, el volcán que acapara todas las miradas en este trayecto. Y es que no es para menos, ya que es la montaña más alta de Ecuador, el punto más alejado del centro de la tierra, y el más cercano al sol. Con este currículum, te puedes imaginar, su importancia.
Llega el tren a la estación, un tren que recrea a los antiguos trenes de Vapor. El tren ha tenido en Ecuador una importante presencia, siendo el medio de transporte más utilizado, tanto de personas, como de mercancías, durante el siglo pasado.
Nos montamos en el tren, que no iba muy lleno. Son turistas ecuatorianos, nosotros somos los únicos extranjeros. El turismo prefiere otros recorridos más famosos, aunque nosotros recomendamos este recorrido, porque te acerca bastante a la historia del país. A su salida de Riobamba pudimos ver una gran plaza de toros.
Salimos de Riobamba con el cielo muy nublado. Nos comentan que puede ser que no veamos la cumbre nevada del Chimborazo. Qué pena, pero contra la climatología no se puede hacer nada. Durante el trayecto pasamos algunos pueblos agrícolas, con un paisaje rodeado de montañas constantemente. En nuestra ascensión podemos apreciar entre nubes el Chimborazo. Se deja ver tímidamente, pensamos que no lo vamos a ver totalmente despejado.
Llegamos a la estación de Urbina, y en primer lugar nos ponen un video de la persona que vamos a conocer a continuación. Estamos a punto de conocer la historia de un hombre increíble. El hombre es cuestión se llama Baltazar Ushca. A los 15 años comenzó su oficio de Hielero. Una profesión no muy conocida fuera de esta zona, pero que hace bastantes años los habitantes de los pueblos de la falda del Chimborazo vivían de ello. La profesión consistía en subir a las minas de hielo del Chimborazo, y picar bloques de hielo para luego bajarlos y venderlos en el mercado. La gente entonces no tenía neveras y utilizaba este hielo para conservar alimentos. Poco a poco esta profesión ha ido desapareciendo, por la aparición de congeladores. Y Baltazar es ahora mismo el último hielero.
Mientras vemos el vídeo, nos dan de desayunar, y unas mujeres nos amenizan con unos cánticos típicos de los Andes.
El oficio de los hieleros tiene raíces en el imperio romano y los pueblos árabes, en donde el hielo ya era traído de las montañas para conservar los productos y hacer helados. Cuando llegaron los conquistadores a América Latina impusieron esta práctica a los pueblos andinos. Aquí hubo hieleros hasta mediados de los años 80.
Tuvimos el gusto de conocerle en persona, y poder conversar con él (el último hielero). Nos comenta que tardaba cuatro horas en subir, dos horas en picar el gran bloque de hielo, y otras cuatro horas en bajar, ayudado de sus burritos. Así todos los días, y con las adversas condiciones climatológicas que hay en este lugar. Baltazar tiene ahora 74 años, y su vida cambió hace unos años cuando un fotógrafo, descubrió su historia y realizó un documental. Este documental ganó varios premios en Estados Unidos, y ahora mismo Baltazar trabaja para el Estado, contando su historia y contribuyendo a patrocinar el turismo de Ecuador. Así todo sigue subiendo un día por semana al Chimborazo en busca de hielo, y lo vende en dos establecimientos del mercado de Riobamba para elaborar unos deliciosos batidos y helados. Ahora no lo hace por dinero, sino que lo hace porque le gusta su oficio.
Gracias al documental, pudo visitar Nueva York, e incluso le ha sido concedido el Doctorado Honoris Causa por una Universidad Mexicana, y a podido sacarse el graduado. Como no, le preguntamos por su visita a Nueva York. Y muy gracioso, nos dice que se montó en el avión y que fue todo recto, que no había curvas, ni tampoco policías en el camino. Respecto a la ciudad que muy bien, pero que no había Cuyes (un roedor muy consumido en la zona Andina). También nos comenta que su trabajo es para muy hombres.
Junto a él, se encuentra su hija, que la hace un poco de traductora, ya que no habla bien el castellano. Nos cuesta entenderle, y a él le cuesta entendernos, ya que el idioma con el que habla normalmente es el Quechua. Un idioma, que poco a poco va desapareciendo, y tan solo se habla en las zonas agrícolas.
Al terminar de conversar con Baltazar, pudimos saborear un delicioso helado, que nos sirve su hermano (también antiguo hielero). Un helado con un sabor especial, no sabemos si es porque está hecho con hielo del mismísimo Chimborazo, o por el lugar donde lo comimos.
Más tarde en frente, pudimos ver alguna llama, alguna alpaca, y algún huarizo (cruce entre ambas), así como un pequeño jardín botánico, con una recreación de cabañas típicas de la zona. Con la parte de abajo, para los animales y la parte de arriba para dormir las personas.
Y para combatir el frío de esta parte de los Andes, así como el mal de altura, pudimos tomar un canelazo caliente, en un peculiar bar.
El tren toca tres bocinazos, y es hora de regresar. Nos montamos y al poco tiempo, las nubes se despejan y nos brindan un hermoso paisaje con la figura del imponente Volcán Chimborazo.
La siguiente parada es La Moya, un pequeño pueblo, que nos recibe con una danza tradicional realizada por unos pequeños muy simpáticos.
Cuando terminan, nos acompañan a ver el pueblo con alguna señora también de la Moya. Nos van contando, como es la vida ahora en el pueblo, y como era hace años. Nos acercamos algo más a su cultura, y nos explican que la gente joven se quiere marchar a las ciudades y cada vez son menos habitantes. Tan solo quedan unas 70 personas.
La acogida que hemos tenido por este pueblo, ha sido espectacular. Hacemos un recorrido de una media hora andando por los alrededores del pueblo, donde nos van explicando plantas de la zona, y como las utilizan, en su día a día, para curarse, cocinar, etc.
Andando por alrededor del pueblo, una de las chicas nos indica que hay un Chancho. Nosotros no la entendemos y la preguntamos que es un Chancho, y ella nos vuelve a repetir Chancho, como si la entendiésemos, y nos señala un enorme cerdo. Nos damos cuenta que Chancho llaman al cerdo, y debe ser muy común en todo Ecuador.
Una señora nos enseña las plantaciones de Quinoa, muy típica de toda la cordillera andina, y principal alimento desde hace miles de años. La decimos que en España se está poniendo muy de moda comer quinoa, y nos mira extrañada, como no entendiendo el motivo de esta moda. Ya que aquí se consume por su bajo precio, y en España por considerarlo un alimento muy sano.
También estamos con unas señoras que se dedican a tejer de la manera tradicional.
Al terminar el camino, puedes entrar a un restaurante a comer, comida típica, y ver un pequeño museo, y una tienda de artesanía. En el museo te explican, creencias ancestrales, herramientas usadas antiguamente, e incluso tradiciones que todavía hoy persisten (como el enlace matrimonial, sus vestidos, y regalos).
Un señor nos recibe con unos toques de una trompeta típica.
La Moya es un pueblo pequeñito, pero tiene una pequeña y coqueta Iglesia en la Plaza del pueblo
Nos está gustando mucho esta experiencia, por todo lo que estamos viendo. Pero lo que más nos ha llegado, es su gente. La hospitalidad con la que nos acogieron, y la constante cercanía que quieren darte.
Despedimos La Moya, no sin antes tomar un canelazo (una bebida alcohólica caliente que se consume en las zonas montañosas de Ecuador). Con esta bebida además de entrar en calor, combatían el mal de altura (o por lo menos esa era la disculpa). De todas formas estaba muy rico.
Desde todo el pueblo puedes contemplar el Majestuoso Volcán Chimborazo.
Y con esto se termina el recorrido del tren de hielo, volviendo a la estación de tren de Riobamba.
Vamos a por nuestras mochilas, y cogemos un taxi a la estación de bus. Son las tres de la tarde, y exactamente no sabemos el horario de buses a Baños que es nuestro siguiente destino. Según llegamos a la estación nos pregunta un hombre donde vamos y le respondemos que a Baños. Se lo dice a un compañero y todo nervioso nos lleva corriendo a sacar los billetes. Nos dice que el bus está saliendo, así que a carreras compramos los billetes y subimos al bus. En hora y media llegamos a Baños. Un pueblo, en un valle, rodeado de preciosas montañas. El paisaje se nos parece mucho al de Machu Pichu, en la forma de las montañas. Vamos a nuestro hotel que está cerca de la estación. El hotel D´Mathias nos sorprendió. Primero por el precio (18$), y segundo por lo amable que ha sido la chica de recepción. Nos explica todo lo que podemos hacer en Baños, y como lo podemos hacer. Un lugar muy recomendable.
Queremos aprovechar a ver algo del pueblo antes de que anochezca, así que no nos entretenemos y salimos a dar una vuelta. Vimos la catedral, las dos plazas que tiene y llegamos hasta las Termas de La Virgen. Vemos que es un pueblo muy turístico. Y su fama lo tiene por sus muchas cascadas. Incluso se puede ver algunas mientras paseas por el pueblo.
Cenamos en la terraza de nuestro hotel, unas ricas hamburguesas y una cerveza del país.
Pensamos que aquí, el tiempo mejoraría, pero por la noche se ha puesto bastante fresco, y con un aire muy molesto.
IMPORTANTE: Hay muchos trayectos de tren como el que hemos realizado nosotros en Ecuador. No sabemos si están demandados, pero nosotros recomendamos hacer alguno, ya que el tren ha tenido una grandísima importancia en el siglo pasado en Ecuador. Si haces alguna ruta, infórmate bien de los días que se hacen, ya que en nuestro caso, el tren de hielo solo se hace sábados y domingos.
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